martes, 1 de junio de 2010

Didáctica de la enseñanza


Recibe el nombre de Didáctica[1] la disciplina que estudia la teoría general de la enseñanza y que constituye el núcleo de la pedagogía general[2]. Su objeto de estudio es la actividad del maestro (la enseñanza) y sus relaciones con la actividad de los alumnos (el aprendizaje). Se relaciona con los procesos instructivos y los procesos de la educación; por ello, alcanza no solo a la escuela, sino la producción y la autoinstrucción. Elabora conocimientos sobre la enseñanza y sus normas guían la actividad del maestro y de los alumnos. De su buena planificación teórica y práctica depende la efectividad de la enseñanza.[3]
En un sentido amplio, como lo propone Carlos Moya Ureta, la Didáctica constituye el estudio de los procesos de enseñar, de aprender y de evaluar, concebidos como procesos en interacción. Esto permite que cada uno de ellos sea explorado en la particularidad de sus desarrollos, enfoques y relaciones. Esta perspectiva de entendimiento de la Didáctica nos aproxima a los procesos pedagógicos reales. Como se observa, la concepción de la evaluación como proceso amplía la capacidad de comprensión de las prácticas pedagógica, lo cual, en una instancia mayor, favorece la comprensión de la profesión docente. Estas se revelan, de esta manera, como situaciones concretas.[4]
Siguiendo a Brousseau (1986, 1996) y Brun (1996), Moya propone que “el nuevo objeto de estudio de la Didáctica se refiere al ámbito de las relaciones matriciales entre enseñantes, discentes y saberes, en el que ocupa un lugar fundacional el concepto de situaciones didácticas [o situaciones de formación si se observa desde el punto de vista de la Pedagogía]”[5]. Esta nueva perspectiva está basada en una didáctica de las disciplinas antes que en una didáctica general, lo cual hace evidente en un cambio de paradigma que se aleja del enseñante y se centra en el aprendizaje.
Por otro lado, en la actualidad, también se propone, como lo enfatiza María Mercedes Civarola[6], en el carácter de la Didáctica como rama instrumental de la pedagogía o ciencia independiente cuyo objeto es la enseñanza. De igual forma, su objeto de estudio (el proceso de enseñanza-aprendizaje, la clase, la instrucción, el método, el currículo, la enseñanza) es problemático. La revisión de su historia ayuda a encontrar las respuestas a estas inquietudes.
En la historia europea antigua y medieval, la Didáctica subyacía como metodología pedagógica. Es recién en el siglo XVII cuando va adquiriendo identidad con el pensamiento de J. A. Comenio. La didáctica comeniana sigue algunos aspectos del método socrático y presupuestos del humanismo pedagógico, así como también rechaza los principios metodológicos del Escolasticismo. Comenio define la Pedagogía como ciencia de la educación, mientras que la idea de Didáctica está definida como el diseño del camino que recorre cualquier proceso formativo, que también es base para formular una reforma general de la educación.
Según manifiesta Civarola, en Comenio, la Pedagogía es teoría y la Educación es praxis, ya que es un hecho práctico. “La Educación es un modo de actuar responsable y reflexivo, cargado de valores, que pretende facilitar el proceso de autoformación del hombre”[7]. Se puede entender, por ello, que Comenio no propuso una didáctica separada de su teoría pedagógica; sin embargo su planteamiento didáctico ha sido entendido como una propuesta descontextuada de su pedagogía[8]. Podemos concluir que la identidad de la Didáctica desde su origen se relaciona con el cómo pedagógico, lo cual se hace evidente a la luz de la única entidad sustantiva que reconoce: la Pedagogía[9].
En sus conclusiones, Civarola enfatiza el aspecto metodológico que define a la Didáctica como una sección de la Pedagogía definida como teoría de la educación. La Didáctica se encargaría de responder la pregunta acerca de cómo lograr el ser humano que queremos a partir del ser humano que ahora existe. En todo ello, subyace la necesidad de clarificar la dimensión ética que caracteriza a cualquier acto de enseñanza. En un sentido práctico, se puede decir que “la verdadera y buena enseñanza es intencional, obedece a un plan, tiene objetivos y metas claras, que se rigen por […] principios y conceptos que los maestros estudian con el nombre de Pedagogía”[10].
Es por ello que en la enseñanza interactúan los cuatro elementos básicos del acto didáctico: el docente o formador, el discente o estudiante, los contenidos (vinculados a las finalidades) y el contexto. La relación entre el docente y los contenidos pasa por la planificación de estos últimos; entre los contenidos y el estudiante está inmersa la evaluación. De forma paralela, las actividades que constituyen las estrategias didácticas -cuya naturaleza es motivadora, orientadora e informativa- están relacionadas con la utilización de los medios didácticos y TIC (tecnologías de la información y la comunicación). Finalmente, entre el contexto y el estudiante se produce el aprendizaje. Como se observa, la naturaleza del acto didáctico es esencialmente comunicativa. Las operaciones cognitivas que los estudiantes acepten desarrollar teniendo como guía al profesor lograrán los objetivos educativos específicos, intermedios y terminales.
[1] Etimológicamente, significa “yo enseño” (didaktike).

[2] El padre de la Didáctica es J. A. Comenio (1592-1670). “[Nacido en Moravia], la obra de Juan Amós Comenio, en su conjunto, constituye un punto de enlace entre los principios religiosos del cristianismo, y los postulados humanistas del Renacimiento y la naciente modernidad. Su pensamiento renovador busca transformar las prácticas educativas para alcanzar un ideal de sociedad, lo que exige superar los métodos rigurosos y verbalistas, y la enseñanza selectiva y elitista basada en dogmas, distanciada de la realidad y del alumno. En su obra Didáctica magna, Comenio presenta una crítica aguda a los problemas de la escuela y propone elementos para una enseñanza sistematizada, preocupada por el alumno y por los resultados formativos. Su utopía de una educación universal -en el sentido de enseñar todo a todos sin distinción por las diferencias personales-, adelanta criterios para la formación de un sistema escolar que sólo se ha podido ir concretando siglos más tarde. La obra que nos legó trasciende a su tiempo. Después de más de tres siglos, muchas de sus preocupaciones e ideales educativos siguen siendo válidos para nuestra escuela, entre ellos: la educación igualitaria; la educación para la mujer; la enseñanza centrada en el alumno y sus características; la necesidad de un ambiente escolar estimulante y persuasivo para la enseñanza y el aprendizaje; la importancia de la organización de la escuela y de la clase; la necesidad del libro de texto y la extensión de la escolaridad”. Red Normalista (México). El modelo educativo de Juan Amós Comenio en su Didáctica magna. En: http://normalista.ilce.edu.mx/. Consulta: 29/7/2007.

[3] Eduardo Fiestas Peredo, op. cit., p. 1.

[4] Carlos Moya Ureta. “La didáctica como proceso de reconstrucción de significados”. En: Martín Rodríguez, op. cit., p. 12.

[5] Ibídem, p. 13.

[6] María Mercedes Civarola (2005). Una nueva lectura sobre la idea de Didáctica. En: Magisterio, Educación y Pedagogía. N° 16. [Bogotá], agosto – septiembre 2005. En: http://ciberdocencia.gob.pe/?id=1899&a=articulo_completo. Consulta: 29/7/2007.

[7] Ibídem.

[8] Civarola (2005) manifiesta ingeniosamente que “si caemos en el error de separar su didáctica de la pedagogía que enuncia, es factible que pensemos en la segunda desde el punto de vista de la póiesis, en donde la actividad del maestro se transforma en un conocimiento de tipo techne, que se reduce a la habilidad para producir un resultado, que es el alumno”. Ibídem.

[9] En la revisión histórica que realiza Civarola (2005), propone que un siglo después, el alemán Johann Friedrich Herbart (1776-1841), completando la propuesta de Comenio, se esforzó por dar a la Pedagogía una estructura científica, sustentándose en la ética y la psicología. Para Herbart, la educación forma el carácter y la instrucción conforma el círculo de ideas en el alumno; enuncia con ello las bases psicológicas de la didáctica del siglo XIX y los rudimentos de las teorías del aprendizaje que surgirían en el siglo posterior. Manifiesta Civarola que con el tiempo este reduccionismo psicológico-metodológico en que derivó la enseñanza determinó la pérdida de la preocupación comeniana por la enseñanza como praxis e inició el camino propedéutico hacia la poiesis. Luego, el filósofo, pedagogo y psicólogo norteamericano John Dewey (1859-1952) siguió las ideas de Herbart y afirmó una filosofía de la tecnología, sentando las bases para la transformación de la didáctica en Tecnología Educativa. Igualó la enseñanza con el aprendizaje, asemejándolos con el método de la ciencia. Por ello, define la como una aplicación del método científico, convirtiéndose con ello, sin buscarlo, en una inspiración para las propuestas conductistas que transformaron a la enseñanza en un metodologismo atroz. Ibídem.

[10] Eduardo Fiestas Peredo, Didáctica y estrategias de enseñanza, p. 5.

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